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Que no nos engañen, es nuestro Lobo ibérico

viernes, 14 de febrero de 2014

¿Es posible la convivencia entre el lobo y el ganadero? Todo nos hace pensar que sí, más allá de las injustificadas cacerías

Por Jonathan Gil Muñoz
Director de El Guadarramista.com

Pocas veces, en cuestiones relacionadas con la conservación de las especies silvestres, las orillas de un río han sido la frontera entre la vida y la muerte. Esto es justo lo que ocurre con las márgenes del Duero; al norte el lobo ibérico es una pieza cinegética más, mientras que al sur está protegida legalmente. Pero lo cierto es que esta custodia normativa solo existe sobre el papel, ya que, tanto a un lado como al otro del Duero, el lobo es acechado, perseguido y cazado. Parece que hablar del canis lupus signatus, según en qué lugares y personas, es retrotraerse a hace no muchas décadas, cuando era calificado como “alimaña” en aquellas comarcas por las que aún campeaba y se reproducía. Hasta que llegó el exterminio casi definitivo del lobo, amparado e impulsado denodadamente por el franquismo. Por suerte, el lobo ibérico es un superviviente nato, aunque su retorno a nuestros hábitats es origen de mucha polémica.


El problema surge de la secular relación entre la ganadería (en especial la extensiva) y el lobo ibérico. Sin querer aquí defender lo indefendible, las manadas lobunas son carnívoras y por supuesto que matan a vacas y ovejas en el campo. Pero ni tantos ni tan poco. Muchos grupos conservacionistas están cayendo en ese error; querer presentar al lobo como un animal que no ataca al ganado, algo así como un “fiero herbívoro”. Mientras que por su parte, los ganaderos hablan de él como un animal poco menos que salido del mismísimo infierno, que acaba arruinando sus explotaciones y sus vidas. Por desgracia, este mensaje ha sido defendido y difundido a los cuatro vientos por muchos medios de comunicación regionales y autonómicos que, olvidando todos los principios del periodismo, crean en la sociedad una aversión visceral e irracional hacia el lobo ibérico. Ocultando conscientemente que muchos de los ataques al ganado están protagonizados por jaurías de perros asilvestrados, entre otros.

La solución está en una parte del problema
Pero no nos llamemos a engaños, aquí la llave de la solución la tiene el ganadero. Sí, así es. Aunque muchos ya estén dando por perdido al lobo ibérico el que escribe estas líneas cree que las organizaciones pro lobo deben dejar de enfrentarse al ganadero y plantearle soluciones, alternativas y esperanzas. Sin duda en este sentido hay muchísimo trabajo, sobre todo teniendo en cuenta que comunidades autónomas como Castilla y León, que alberga el mayor número de lobos en nuestro país, ha dejado de dar muchas subvenciones que estaban dirigidas precisamente a contrarrestar los daños que pudieran causar los lobos a los ganaderos. Como es el caso de dejar de destinar fondos públicos a la construcción de rediles, en los que el ganado extensivo se recoge por la noche, evitando en gran medida el riesgo de ataques. También es verdad que las indemnizaciones por daños por la acción de los lobos al ganado singuen vigentes, aunque casi siempre llegan demasiado tarde.

Tres son multitud
Cuando nos asomamos de verdad a la problemática ganadero-lobo termina por aparecer por alguna parte la figura del cazador. Y lo hace como “salvador” para el ganadero. Un poderoso lobby que no debemos olvidar y que en diferentes regiones ha conseguido que, gracias a una calculada impotencia del Gobierno regional de turno, sea el gran beneficiado. Basta con oír los testimonios de los cazadores de caza mayor; “no hay ninguna pieza como el lobo”. Que el ganadero tenga claro que hoy, con sus reclamaciones, muchas totalmente legítimas, lo único que consigue es justo lo contrario a una solución sostenible. En lo que redundan sus denuncias es en la falsa legitimación de cazar al lobo donde sea y cuando sea. Esa es la estrategia que se está siguiendo en muchas partes de España. Una Administración que, en el caso del lobo, se presenta como incompetente y superada, recurriendo finalmente a los cazadores. Y lo peor es que se creen que no nos damos cuenta.

 



4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que mas me ha gustado del artículo, es un comentario que a muchos ecologistas, se les puede pasar por alto, y es la figura del ganadero. Primero, hay que distinguir entre el ganadero, cuyo medio de vida solo es ese y se desvive por el, del otro, que lo tiene como complemento económico de fines de semana, y que le sirve de entretenimiento y recabar cuantas subvenciones pueda. Este último no vive de la ganadería y no es el auténtico ganadero. Con los auténticos, hay que facilitarles la vida, para que este toleren al lobo (que no es poco), lo entiendan y aprendan a convivir con el . Las ayudas de salvaguardar sus ganados, deben ser lo primero y pagar rápido las bajas sufridas. Tendría por otro lado, que existir una política comun para el lobo en todo el país. El lobo se mueve mucho y puede pasar de Galicia a Castilla-León , Asturias o a Portugal de forma rápida, y las legislaciones y puntos de vista son diferentes. En el citado artículo, no queda claro el papel, que las sociedades de cazadores, podrían tener en el futuro del lobo. ¿Sería razonable que fuera especie cinegética en muy contadas ocasiones?, no es razonable, esporádicamente según daños. Mi opinión es la de en muy contadas ocasiones con ejemplares querenciosos para el ganado y sobradamente constatado, en el resto de los casos no. Los depredadores son siempre escasos y no deberían formar parte del "deporte" de la caza. Un saludo, Nicolás.

MarcosLRúa dijo...

Esos ganaderos que comentas de fines de semana, lo son solo a tiempo parcial, me explico, con esa actividad no se ganan el pan, desempeñan otro trabajo el cual les proporciona unos ingresos fijos. Y pretenden cobrar también subvenciones o ayudas por ataque del Lobo...para mi una estafa, un robo, un hurto...unos chorizos

MarcosLRúa dijo...

El sector ganadero tiene y debe de ir con los tiempos, los consumidores responsables van en aumento, y demandan productos que provengan de criterios ecológicos y del respeto a la flora y fauna salvaje. Es su obligación de proteger a sus animales, a su modus vives, con las diferentes MEDIDAS PREVENTIVAS que hoy día dispone para hacer frente a estos incidentes y minimizar las posibles repercusiones económicas que estos les puedan ocasionar. No pueden esperar a cobrar una compensación de la administración, cuando no han hecho nada para impedirlo.

MarcosLRúa dijo...

En cuanto a los cazadores, para mi sobran de este escenario, quieren lucrarse a costa del #LOBOMUERTO